domingo, 9 de noviembre de 2008

MOTIVATE, MOTIVADOR


En las grandes crisis,
el corazón se rompe o se curte.
Honoré de Balzac

Watzlawick dice que los seres humanos somos los únicos que nos cuestionamos el porqué somos felices… No podemos ser felices más de dos días sin cuestionarnos si estamos mal por eso. Y, es que generalmente, vivimos en situaciones de inestabilidad o crisis, sin que crezcamos o renovemos de a partir de esas áreas de oportunidad.
Un gran desafío con el que probablemente nos hayamos encontrado es el enfrentar esas situaciones de crisis. Es decir, situaciones en las que nuestra percepción de estabilidad se ve amenazada, y en consecuencia necesitamos realizar cambios y movernos a fin de re-establecernos. Es interesante cómo los seres humanos buscamos la estabilidad. El cambio, las transiciones, y por supuesto, las crisis, son eventos a los que asociamos una connotación negativa. Creo que se relaciona con nuestra ilusión de control. Nos encanta pensar que nos encontramos en dominio de todas las situaciones; deseamos controlar cómo sucederán las cosas (y así creamos expectativas); queremos controlar cómo actúan los demás (e idealizamos a otros, les exigimos y si no cumplen nos decepcionamos o los resentimos); nos controlamos a nosotros mismos (y así reprimimos nuestros deseos, nuestras necesidades y muchas veces nos comportamos de forma diferente a como realmente somos). De hecho, un problema es una situación no deseada que está fuera de nuestro control. Y no nos gustan los problemas. Los problemas son algo que necesita resolverse lo antes posible, y que mientras permanece genera todo tipo de emociones negativas: desde preocupaciones y miedo hasta rabia y frustración, sin olvidar la ansiedad, los nervios y los altos costos a nuestra autoestima. Pero ¿existe acaso alguna situación en la que realmente tengamos el dominio? Si empiezas a observar con detención probablemente pronto llegues a la siguiente conclusión: no, no estamos en control, pero para calmar nuestra mente, generamos una ilusión del mismo. Nos creamos una cajita de cristal que nos proteja y de paso nos esconda, pero que nos permita lograr un cierto nivel de estabilidad en el cual nos sea más cómodo y posible actuar.Pero, sería válido preguntarnos… y, ¿cuál es el problema con la inestabilidad? Después de todo, ¿qué hay de malo con ella? Me voy a permitir esbozar una teoría. No nos agrada la inestabilidad porque es ella la que nos enfrenta a nosotros mismos. Y no estamos por lo general preparados para mirarnos de verdad al espejo (es difícil el retrorrastreo). Piénsalo, ¿te has dedicado últimamente unos minutos para entender qué quiere ese individuo que permanece frente a ti cuando te lavas los dientes? ¿Te has preguntado qué necesita? ¿Por qué está donde está, se ve como se ve, y hace lo que hace? Tal vez sea una buena idea comenzar a hacerlo periódicamente. Porque por lo general no nos miramos al espejo. La introspección, si bien ha estado de moda en los últimos años, sigue siendo una práctica poco corriente. Y hablamos de una verdadera introspección, no de leerse unos cuantos libros de autoayuda y luego creer que somos mejores personas, más felices y positivas. Hablamos de un verdadero recogimiento y una sincera confesión con nosotros mismos. De desentrañar lo que escondemos, abrazar lo que nos aterra, y de ser más dueños de quienes somos. Mientras no lo hacemos, nuestras limitaciones siguen teniendo el mando.
Una crisis representa una gran oportunidad de resolver las dudas, superar lostemores y reencontrarte contigo mismo. Las crisis implican cambio, y eso puede ser muy positivo, siempre y cuando elijamos movernos con el cambio, cambiar nosotros para obtener un beneficio. Lo que probablemente nos frene es no considerarlo posible. No nos sentimos capaces de producir una diferencia, no confiamos plenamente en nuestras competencias para generar un buen negocio, no sentimos tener un diferencial muy importante como para que alguien más se interese en nosotros. Mantenemos un paradigma que nos limita a cambiar, y obtener un provecho de la situación presente, en vez de adoptar creencias e ideas que nos apoyen a desarrollaar algo que funcione para nosotros. Cuando hay crisis hay movimiento, hay creación de situaciones nuevas y en esas situaciones nuevas, en esos reencuadres, hay oportunidades. Quienes se mueven con el cambio y permanecen atentos a las oportunidades en vez de enfocarse en las dificultades, hacen negocios, mejoran sus relaciones, crecen o ganan lo que ellos deseen en la vida. Las invenciones, innovaciones y los grandes avances de la humanidad se producen porque alguien piensa de una manera diferente a la que todo el resto de la humanidad lo ha hecho. ¿Qué tal si pudiéramos atrevernos a eso? A pensar diferente y por ende crear una diferencia. Cualquier cosa que presente el día, cualesquiera, sea de nuestro agrado o no, esté bajo nuestra zona de influencia o no, puede transformarse en un éxito si así lo elegimos. El secreto está en el enfoque, si eliges que esa situación funcione para ti, probablemente logres obtener algo positivo de ella. Si eliges aprender acerca de aquéllo que se presenta, toda experiencia será un éxito. Por más inconveniente, complicada y fuera de tu control que esté la situación, si obtienes un aprendizaje de ella, estarás un paso más cerca de tu éxito. En cambio, cuando te estancas y reprochas acerca de las dificultades, no haces nada por aproximarte a tu meta, al contrario, te desgastas en el afán de reclamar tu razón acerca de cómo debieran ser las cosas. Generalmente las cosas son como son. Y si quieres tener poder acerca de lo que sucede, comienza a elegir con más cuidado tu actitud. Es lo que realmente puede hacer una diferencia. Así que si es crisis lo que presenta tu vida actual, aprovecha el momentum que ésta ofrece y plantéate la reflexión. Mírate, revisa qué te mueve internamente, acerca de lo que te sientes inseguro y las acciones a tomar para superarte.

Y, como el viejo decía: Si has de salir del rancho; que sea montado en buen caballo…