domingo, 7 de septiembre de 2008

QUE TANTO ME QUIERO


Sólo si me siento valioso
por ser como soy,
puedo aceptarme,
puedo ser auténtico,
puedo ser verdadero.
Jorge Bucay
Debido al artículo de la semana pasada… y aún sintiéndome infeliz… deseo comenzar un ciclo sobre los factores que Goleman enuncia para equilibrar nuestra inteligencia emocional. Es el referente a la autoestima.
¿Cómo podemos entender la autoestima? Pues bien, comenzaremos por decir que es una capacidad que potencia todas nuestras otras habilidades. Consiste en, estando consciente de uno mismo, ser capaz de comprenderse, aceptarse y respetarse. Implica saber quién eres, y el entender por qué piensas, sientes y te comportas de la forma en que lo haces.
Con seguridad todos coincidiremos en sostener que el amor es el más fuerte impulsor en nuestras relaciones interpersonales. Nos estamos refiriendo al amor en todas sus pluralidades y formas. Por ello, a menudo nos preocupamos de obtenerlo y cuidarlo. Algunos incluso dicen que "sin amor la vida no tiene sentido".
¿Pero qué hay del "primer amor"? No estamos refiriéndonos a aquella primera gran pasión que ha podido abordar nuestra mente y corazón. No, sino del elemental: del amor por uno mismo. Se resume en una palabra: autoestima. La autoestima es una capacidad que a su vez forma parte de la aptitud intrapersonal, la cual incluye también habilidades como la autoconciencia emocional, asertividad, autorrealización e independencia. Todos elementos de lo que Goleman nos enuncia.
Parece mentira, pero éste es el amor menos practicado en nuestra sociedad. De ahí el problema para relacionarnos efectivamente con otros. Si no tienes una buena relación contigo mismo, es poco lo que puedes esperar de los demás. Una de las claves de la autoestima es la capacidad de autoconciencia, de donde depende una autovaloración precisa de nuestras limitaciones y posibilidades. En un mundo cada vez más competitivo esto se constituye en una ventaja apreciable, ya que nos lleva a focalizar esfuerzos hacia lo que queremos mejorar, dándonos la oportunidad de compensar nuestras inconsistencias. El admitir carencias nos permite hacer algo al respecto.
¿Qué importancia tiene esto? Es sencillo, nos lleva a la auto aceptación, gracias a ella podemos reforzar nuestra identidad como personas. Lo contrario nos causa sentimientos de inadecuación e inferioridad. Alguna vez oí la siguiente afirmación:
"Tendemos a ser lo que creemos que somos", frase con mucho sentido, pues solemos ser creadores de profecías, de nuestros propios destinos, ya que tenemos la propensión a actuar según lo que esperamos de nosotros mismos.
Las personas con un nivel de autoestima saludable son fácilmente distinguibles de los demás. Se les nota como individuos seguros de sí, con un buen sentido de auto confianza, que se sienten realmente bien por cómo son. Los lleva a sentirse capaces de tomar los retos de la vida y de correr riesgos.
En la otra acera, las personas con un nivel de autoestima pobre se sienten intimidadas ante otros, sus actitudes pesimistas y negativas hacia sí mismas los lleva a albergar sentimientos de poca valía, su sentido de auto identidad es pobre, pues no han logrado aceptar sus carencias ni sopesar correctamente sus posibilidades reales. Sus sentimientos de inferioridad le hacen sentir una falta de fortaleza interna, así como acarrea otros sentimientos de desesperanza y miedo, incluso de auto desprecio. Esto los lleva a la inacción, pues temen hacer cosas y parecer ineptos al intentarlo, y lamentablemente terminan siendo vistos así. Es todo un círculo vicioso. Hay que recordar que, a uno lo tratan como uno enseña que lo traten.
El individuo que se quiere a sí mismo es todo lo contrario, su sentido de auto identidad es fuerte. Confía en sus propias capacidades, es conocedor de sus limitaciones y sabe cómo nivelarlas: establece alianzas que compensen sus puntos débiles. Por ejemplo, si en la escuela, es consciente de su pericia para el razonamiento verbal y a su vez de su falta de habilidad para la geometría se aliará con otro compañero fuerte en esa última área, de quien pueda aprender y con quien pueda compartir lo que sabe. No siente vergüenza en admitir carencias, por eso es un individuo decisivo. Su sentido de auto confianza está alineado con la realidad, es capaz de mantener sus propios puntos de vista incluso cuando éstos son impopulares.
El pobre en autoestima, en cambio, hace que su propia valía dependa de lo que otros piensen o digan, por ello siempre necesita que lo demás lo aprueben, constantemente busca agradar a todos, nunca puede ser él mismo. No tiene la convicción esencial para asumir las decisiones y los retos más desafiantes, pues teme que cada falla le "confirme" su sentido de incompetencia.
Quien adolece de esta capacidad tiene su propio "enemigo interno", algo así como una voz que siempre le dice "No puedes", desaprovechando así las oportunidades.
Sin duda, concordarás con todo lo anterior, pero probablemente puedas pensar que el amor por uno mismo, puede también ser una señal de egoísmo. Nada más falso. El verdadero querer no tiene que ver nada con la soberbia, que es más bien reflejo de una personalidad pobre en autoestima, en realidad se trata de un mecanismo de defensa que algunos individuos emplean, pues necesitan creer que los demás son menos que él a fin de aparentar una "superioridad" que sólo oculta sus propios sentimientos de incompetencia.
Solemos atribuir los grandes problemas del mundo a la falta de amor entre los hombres; Mahatma Ghandi, líder religioso hindú que condujo a la India hacia su independencia de Gran Bretaña, sostenía: "Uno tiene que ser el cambio que quiere en el mundo". Siempre ten en cuenta el propio precepto cristiano "Ama a tú prójimo, como a ti mismo". El mensaje es claro: el amor comienza por "casa". Si no estás queriéndote lo suficiente entonces estás viviendo por debajo de tu capacidad real.
Los pretextos no existen. ¿Te arriesgas a quererte?