domingo, 2 de noviembre de 2008

MORIR PARA RENACER


Tú morirás el último día que muera
aquél que te lleve en su memoria…
El artículo de la semana es de la autoría de Hugo Merchant, MBA de la Universidad de Houston… los dejo con él…
Es bueno pensarle por esta fecha. Normalmente se trata del comienzo de proyectos, el arranque de una tarea, el propósito de crear algo nuevo. Pero, aunque suene tétrico, también conviene observar el proceso desde el punto de vista de la muerte, la desincorporación, del fin y del cierre.
Casi para llegar al fin de año se cierra y se abre otro ciclo, y en cada inicio hay un final.
Claramente se aprecian los ciclos orbitales de los planetas, las estaciones del año, los ciclos infradianos, ultradianos y circadianos en la persona, los ciclos a nivel celular, la vida y la muerte.
Para la mayoría, la primera reacción a la muerte es de miedo y desagrado. ¿Y si me voy al infierno? ¿Y si me la paso en el purgatorio? ¿Cómo será el cielo? ¿Y si no hay nada después de la muerte?
Pero bajo esta perspectiva el tema no lo voy a tocar. Y tampoco le voy a entrar a la muerte física, ni al suicidio, ni a la eutanasia. A lo que me refiero es a la disposición de morir en algo de nuestra versión antigua de nosotros mismos, y renacer en la oportunidad, en la energía creativa y la progresión del ciclo. Es difícil y duro aceptar que para renacer hay que morir.
He aquí algunas ideas alrededor de la muerte enfocadas a la reactivación y la precipitación de nuevos ciclos.
1.- Joseph Campbell, experto en mitología trans-cultural, proponía la idea del círculo que implícitamente representa un ciclo. Para explicarlo utilizaba al recorrido natural del héroe:
"Un héroe, partiendo de su mundo cotidiano, se aventura hacia uno de maravilla sobrenatural; ahí se topa con fuerzas fabulosas y logra una victoria decisiva. El héroe regresa de su misteriosa hazaña con el poder que se gana para compartirlo con la humanidad".
En esta aventura de A) salir, B) vencer con dificultad y C) regresar, aparecen: numerosas pruebas y retos enormes; enemigos horribles y poderosos; así como la ayuda de entidades superiores, elixires, y finalmente el triunfo, la iluminación y el regreso, cerrando el círculo.
Campbell remata: "Por doquier, sin importar las esferas de interés (política, religiosa, personal, y yo agregaría: profesional y empresarial), los actos verdaderamente creativos son representados por aquellos que se derivan de alguna forma de muerte al mundo; y de lo que pasa con el héroe en ese intervalo de la aventura".
2.- Los automóviles se oxidan, los edificios viejos se caen, y los humanos se deterioran y mueren con el tiempo.
La entropía -una de las leyes de Termodinámica (Física) -es parte de la naturaleza- y predispone al desorden, caos, disipación, y rompimiento de patrones y estructuras.
Esta ley también asegura que los sistemas aislados se mueven espontáneamente hacia la entropía.
Y otra ley de física parece completar el cuadro: la energía no muere, sólo se transforma y acaba por alimentar otro proceso.
3.- Los budistas tibetanos, creyentes de la reencarnación entre otras cosas, mutilan a machetazos el cadáver y se lo dejan listo a los buitres para que lo consuman. Este acto, que a nosotros nos puede parecer espantoso, tiene connotaciones religiosas y se percibe como una parte natural de un ecosistema que se renueva.
Mientras el cuerpo sirve de banquete a los buitres, el alma está en un lugar especial, donde se presta a elegir su nueva vida. Encarnará nuevamente y renacerá en la tierra para seguir el camino de aprendizaje, humildad y superación del espíritu.
4.- El renegado de Mintzberg, ya en temas de estrategia y negocios, hace una bella analogía respecto al cierre de empresas afirmando que cuando una compañía se aísla en su éxito -y eventualmente en su fracaso- sobrerutiniza sus actividades, deja de cuestionar su existencia y acaba por acelerar su caída a la entropía.
Mintzberg sugiere que hay que enterrar con honores a las grandes compañías cuando mueren, en lugar de aferrarse y dilapidar recursos que serían mejor utilizados en nuevas empresas. Debería ser un entierro solemne y afectuoso, como el de los vikingos que colocaban los cuerpos en una balsa en llamas y lentamente los desplazaban hacia el mar, ante las miradas de parientes y amigos. En el caso de las compañías este "entierro" sería presenciado por las empresas nuevas (hijos y nietos) que salieron del negocio madre, así como por empleados y fundadores.
La idea general asociada a la muerte de empresas es la pérdida de flexibilidad hacia la actualización de nuevas oportunidades.
5.- Hamel & Prahalad le llaman Reinvención: volver a empezar, volver a ser, acabar con el viejo modelo de negocio. Si no hay exploración, aventura, audacia, se incurre en el riesgo de que el negocio quede desincronizado de su entorno.
6.- Joseph Schumpeter, pionero en el tema, acuñó un término sencillo pero ingenioso de Destrucción Creativa, donde implícitamente lo dice todo.
En conclusión, el problema frecuentemente no es la falta de ideas nuevas o la falta de imaginación, sino de cómo sacudir, eliminar y desincorporar a las ideas viejas; a esas que no dejan crecer, que no dejan cambiar, que se convirtieron en paradigmas incuestionables, que rigen de manera silenciosa y dictatorial impactando hábitos y costumbres, fondos y formas. Suena duro, pero inevitablemente la destrucción y la muerte obligan a la creación.
Romper con el pasado -sin perder el valor de la experiencia- puede ser equiparable a un entierro. Es difícil enterrar a alguien, a una idea, a un resentimiento, a una empresa, a una tecnología, a una relación, a una vieja versión de uno mismo. Hay que soltar y dejar ir, o bruscamente cesar -con responsabilidad.
Para renacer, reinventar y revolucionar, hay que atreverse a morir en lo que ya no es, para dar espacio a lo que puede ser.
Y como el viejo decía: Siempre que se gana se pierde algo; siempre que se pierde se gana algo.