sábado, 23 de agosto de 2008

TOPGRADING Y CRECIMIENTO PERSONAL


El éxito no se logra sólo con cualidades especiales.
Es sobre todo un trabajo de constancia,
de método y de organización.
J.P. Sergent


En estos últimos días del olimpismo mundial he comido “Memo Pérez” hasta en los tacos de la esquina. Y a últimas horas: María del Rosario Espinosa. A muy duras penas, veo que seguimos teniendo la necesidad de héroes que muevan nuestra identidad nacional y nos hagan emocionarnos hasta las lágrimas (veáse la transmisión de Antonio Rosique, TV Azteca). Este conductor hizo mención del logro personal, de la cultura del esfuerzo, del trabajo continuo, sin tranzas, sin prebendas. El triunfo de un mexicano hecho por él mismo a base de esfuerzo. Muchos autores hablan sobre el cómo debemos orientarnos para conseguir nuestras metas, nuestros objetivos y ser mejores día con día.
En la actualidad es notorio, como las empresas y diferentes organizaciones orientan sus esfuerzos al mejoramiento de su capital humano, gracias al despertar a la realidad, que son precisamente los miembros que integran sus instituciones quienes impulsan o declinan sus niveles de participación en los mercados y por ende su éxito.
Es allí cuando en el orden de los tópicos gerenciales modernos, aparece el topgrading. Este término surge en la década de los ochenta como resultado de la preocupación del director ejecutivo Bradford Smart en relación al estado crítico del proceso de contrataciones y promociones dentro de las empresas norteamericanas.
Smart estudió miles de compañías que fallaron y otras miles que fueron exitosas en la implementación de estrategias; y se preguntó entonces qué factores generaban este comportamiento. Fue cuando concluyó que las estrategias como tal eran sencillas de diseñar, lo difícil estaba en ejecutarlas, y eso dependía, principalmente, del talento de las personas involucradas.
Smart se centró, entonces, en medir los talentos de las miembros de cada organización, y los clasificó en jugadores tipo A, B y C. Los jugadores tipo A o jugadores de primera, serían los óptimos para cada trabajo, quienes se caracterizaban por ser líderes, proactivos, con el más elevado desempeño y por ende indispensables para la organización. Para su sorpresa, menos del 25% de los empleados eran jugadores de primera.
Ante esa situación, Smart identificó que el problema estaba en los procesos de contratación y promoción de estos jugadores de primera, y es allí cuando desarrolla los métodos y mejores prácticas, entre las cuales se encuentra la “Entrevista Topgrading”.
Este método implica la selección rigurosa del mejor talento, mediante una serie de preguntas estructuradas, cronológicamente guiadas y cuya profundidad abarca todos los éxitos, fracasos y relaciones de la vida laboral del entrevistado.
Según Bradford Smart y Geoffrey, Smart (hijo de Brad), creadores de los métodos topgrading, la entrevista topgrading es en realidad, la mejor herramienta de identificación, contratación y promoción de talentos ya que produce un esquema claro de la forma en que la persona va evolucionado a través de decenas de competencias. Con la implementación eficaz del topgrading se puede alcanzar hasta un 90% de éxito en contrataciones y promociones de jugadores de primera.
Si bien el talento, es el potencial que tiene cada persona en el desarrollo de sus habilidades y competencias; también es cierto, que este potencial puede o no ser mejorado ya que depende únicamente del interés de la persona en optimizarlo, y de las herramientas que este pueda disponer para ello.
Todas las personas pueden llegar a ser jugadores de primera, lo importante es que cada quien se conozca a si mismo, identifique su potencial y desarrolle sus habilidades a un nivel óptimo.
Es allí cuando el crecimiento personal entra en el juego. Cuando se vuelve necesario establecer a dónde queremos llegar. Conocer cuáles son mis fortalezas y cuáles mis debilidades. En que áreas sobresalgo y cuáles podría sobresalir. Cómo está mi autoestima. Cómo es mi relación con los demás: con mi familia, mis amigos, mis compañeros de trabajo, mis jefes.
Es necesario para sentirnos mejor como personas invertir tiempo y dedicación en el desarrollo de nuestro potencial, trabajar en nuestras debilidades, hacernos de tiempo para enriquecer nuestro espíritu y nuestra vida profesional, para dar lo mejor de nosotros en cualquiera sea la actividad en la que nos desempeñemos.
El futuro nos muestra un mundo de oportunidades cuando el proceso de globalización, incentiva a los talentos a ampliar los terrenos en el que desean incursionar, y las fronteras no son limitantes. De allí que las herramientas para desarrollar nuestras habilidades y hacerlas brillar en los mejores escenarios se vuelvan infinitas. Las nuevas generaciones están despertando en materia de calidad y productividad, desarrollándose en los tópicos de la administración moderna. Temas como el liderazgo, la autoestima y asertividad, motivación, el coaching, la programación neurolingüística, las relaciones humanas, la inteligencia emocional, la felicidad, la autorrealización, y otros, se han arraigado en diferentes escenarios tanto personales como institucionales en vista de su intima relación con éxito de las mismas.
Para que una persona se mantenga competitiva debe adoptar la calidad y la mejora continua como un estilo de vida. Debe aprender a jugar en equipo y ser un visionario que mire las oportunidades de crecimiento donde otro no las encuentra.
Es el momento que rompamos paradigmas obsoletos, nos abramos a un mundo rebosante de cambios, y nos preparemos para cuando las oportunidades lleguen y sobrellevar de la mejor manera las amenazas que pudieran presentarse y crecer hasta el cielo como límite.

Y como dice Oscar Cayetano López: “Los sueños se construyen con las manos”