domingo, 6 de julio de 2008

EL NORTE DE NUESTRA VIDA

Todo fluye y refluye; todo tiene sus mareas;
todas las cosas se elevan y caen;
la oscilación del péndulo se manifiesta en todo;
la medida de la oscilación hacia la derecha
es la medida de la oscilación hacia la izquierda;
el ritmo compensa.Hermes Trismegisto

Cuando era pequeño, en la televisión se exhibía la serie Kung Fu, donde el actor David Carradine interpretaba a “Kwai Chang Caine”; pero nosotros conocíamos al personaje como “Kung Fu”. Quién, de nuestros coetáneos no recuerda la primera serie de peleas orientales vistas en la televisión.En esos ratos de ocio, después de alguno de los capítulos donde todos nos quedábamos con la baba en la boca… uno de nuestros cuates nos preguntó:
- ¿Por qué “Kung Fu” en vez de irse al Norte se fue al Sur?
Ninguno de los que estábamos allí reunidos – con las canicas en la mano; y el trompo en el suelo - pudo contestar la pregunta.
El niño comenzó a reírse y todos intrigados pedíamos que nos contestara. Tomó un poco de aire y lanzó la respuesta con una carcajada. Dijo: - Porque “Kung Fu” estaba “Kungfundido”. Todos nos reímos por la burrada dicha por aquel niño.
Hoy, a muchos años de esa serie televisiva de los `70, podría reemplazar el personaje de “Kung Fu” por cada uno de nosotros. Preguntaría: ¿Por qué en vez de irnos al “norte de nuestras vidas”, transitamos su punto cardinal opuesto? La respuesta es: porque “estamos confundidos”.
En este tiempo en que vivimos, nos han inculcado dirigirnos más al estar que al Ser. Esto nos ha llevado a alejarnos del camino correcto.
Una de las cuestiones es no contar con la capacidad de ser más precisos con el lenguaje. Cuando deseamos recorrer el camino espiritual nos proponemos “ir a la búsqueda”, sin embargo, buscamos y buscamos incansablemente hasta que nos cansamos de buscar. Lo anterior sucede porque ponemos atención a la BÚSQUEDA que al ENCUENTRO.
Para mí, hay una gran diferencia entre “estar en la búsqueda” e “ir al encuentro”. Nos han dicho también que “Dios está en el cielo” y no se nos ocurre mirar el firmamento interio” y encontrarlo dentro de nosotros mismos.
Cuando hablo de que, en general, no “somos precisos con el lenguaje que usamos”, estoy diciendo también que muchas palabras han perdido sus significados reales o que ya no se conocen sus significados.
Una de esas palabras es: AMOR. Cuando pregunto ¿Qué significa AMOR?, sucede que todas las personas se convierten en poetas; comienzan a dar bellas definiciones. En realidad, la etimología de AMOR viene del latín A que significa sin y MOR, que viene de mortem, muerte. Es decir, AMOR es VIDA.
Continuamente nos preguntamos por qué nuestra vida se cae a pedazos; por qué nuestra vida está detenida y la respuesta es: por no entregar “AMOR” en todo lo que hacemos día a día, a cada instante. Cuando la energía del AMOR es el cimiento de todo cuanto hacemos, sea lo que sea, seguramente será duradero. Lo que hacemos sin ganas y sin amor, no tiene jamás proyección alguna.
Soy un convencido de que este mundo es un gran salón por el que todos los hombres pasamos para aprender a reconocer la magnitud del amor, como una fuente inagotable de energía universal. Aceptar que somos energía de amor nos lleva hacia el “norte de nuestras vidas” y nos aleja de la confusión.
A medida que el amor sea la “elección tomada”, menos serán los interrogantes que nos plantearemos. De entre tantas y tantas preguntas existenciales que nos formulamos, quizá una de ella es: ¿por qué estamos aquí, caminando en esta vida? Siento profundamente que la respuesta es: para entregar amor en potencia a la humanidad por medio del servicio; así sea contribuyendo con nuestro entorno, con los amigos, las personas con las que nos relacionamos, con la sociedad o, en una escala mayor, con el mundo.
Disponernos a la entrega requiere de aceptar que cada ser humano tiene una misión única e irrepetible, como su propia esencia. Esta misión es el verdadero propósito de nuestras vidas y nos permite alcanzar la plenitud.
Estamos pisando esta tierra para cumplir un propósito. En México decimos que, “cuando un niño nace, trae una torta bajo el brazo”, haciendo referencia a que cada individuo tiene sus talentos especiales, que lo hacen único. En el desarrollo de los talentos de cada individuo se encuentra la puerta hacia el propósito más elevado que venimos a cumplir.
A través de nuestros talentos y su manera de manifestarlos, podremos dirigir nuestra energía hacia el encuentro de las mejores maneras para servir a la humanidad. Cuando decidimos hacerlo, el universo nos apoya en este propósito y nos concede todo cuanto necesitamos para tener una vida verdaderamente armoniosa, feliz y llena de plenitud.
Cuando cada uno de nosotros se compromete a estar en el propósito del “amor incondicional”, todo acontece con sincronía. Las cosas que deseamos y necesitamos vienen hacia nosotros con el menor esfuerzo, incluyendo la abundancia.
La Palabra sánscrita “Dharma” significa “propósito de vida”, motivo esencial de nuestras existencias. Es el potente faro que ilumina y guía la embarcación de nuestro Ser, rumbo a las metas que verdaderamente venimos a cumplir en este camino de vida. Cuando estas metas son alcanzadas, son precisamente una confirmación de que estamos “transitando hacia el norte de nuestras vidas”.

"El rezó - no era mi religión, / El odia - no era lo que yo odio, / El habló - no era mi idioma, / El se vistió - no era lo que yo vestía, / El tomó mi mano -no era el color de la mía, / Pero cuando él se rió, era como yo me reía, / Y cuando él lloró, era como yo lloro."