domingo, 29 de junio de 2008

REACTIVIDAD vs PROACTIVIDAD

Si te golpean una mejilla, ofrece la otra

La capacidad de ofrecer la otra mejilla a quien nos ofende es algo que muy pocos de nosotros podemos tener.
Uno, porque, por lo general, somos intolerantes y poco asertivos a todo aquello que viene del exterior;
dos, creemos tener “siempre la razón”;
y tres, el inmenso número de pobladores de esta planeta somos seres reactivos y fieles cumplidores de la máxima newtoniana: A toda acción se opone una reacción de igual fuerza y magnitud… si no es que más…
Hemos nacido para dar respuesta a “todo”; desde pequeños nos han ido inculcando el reaccionar de manera inmediata a todo estímulo exterior, sea para bien o para mal. Nuestra educación ha pasado por espacios conductistas, donde se exige la RESPUESTA al estímulo provocado en nosotros, si ésta es adecuada recibimos un premio, pero, si no resulta acorde a los parámetros de quien nos mide, entonces existe una reprimenda o castigo. Muchos crecimos a la sombra de los perros de Pavlov o la “caja negra” de Skinner o como decía Mark Twain: El hombre es un experimento; el tiempo dirá si valió la pena.
Veamos un escenario común: Un desayuno en casa… (quizá no tan común para muchos)… papá, mamá e hijo… Papá pregunta por la calificaciones; el hijo responde que reprobó 4 de 6… ¿qué hace el papá? Su respuesta es inmediata, comienza a insultar al hijo, lo etiqueta de estupido, idiota, generaliza su vida, le echa en cara el mantenimiento de todo: alimentación, educación, vestido, transporte. Por estar discutiendo, el hijo no alcanza el transporte escolar. El papá tiene que llevar al hijo. Se les ha hecho tan tarde que el papá comienza a manejar en forma desesperada, y se “vuela” un alto. Es detenido por un agente vial que lo multa, llegan tarde a la escuela y, para terminar pronto, al llegar a su trabajo se da cuenta que ha olvidado la presentación que debe hacer ante los ejecutivos de la empresa en casa. Su comentario: Es un maldito día.
Al regresar a casa se encuentra en un ambiente tenso, su hijo no le habla, las etiquetas puestas duelen. Su esposa se pone de parte del hijo, discuten ahora los dos sobre el hijo, nada se arregla. ¿Qué hubiera pasado si los comentarios hechos al hijo hubiesen sido positivos, asertivos. Tratar de ver los motivos de reprobación, buscar las circunstancias externas y cómo está reaccionado tu hijo ante ellas? El hubiese llegado a su trabajo a tiempo, no tendría una multa vial, habría hecho su presentación adecuadamente. A su regreso a casa el clima familiar hubiera sido distinto.
Stephen Covey, nos menciona en su libro el principio 10-90, que el 10% de lo que ocurre en nuestra vida está fuera de nuestro control, nosotros no podemos hacer nada por evitarlo. Son circunstancias y accidentes que se presentan. El restante 90% es inherente a nosotros, está presente en el CÓMO REACCIONAMOS ante ese 10%. Nosotros no podemos prevenir muchas situaciones que ocurren en nuestra existencia, pero si el cómo vamos a reaccionar frente a ellas. Es ahí, donde entra lo que hemos venido comentando en artículos anteriores; quizá desde el hacer NADA, hasta un proceso de total tolerancia, asertividad y empatía con el otro mundo presente en la circunstancia que en ese momento estamos viviendo. Seamos personas capaces de detenernos a ver el territorio del otro antes que nuestro mapa personal. La realidad circundante es para entenderse, no para acoplarse a nuestras ideas tan personales.
El ser humano no está condicionado a vivir un estímulo-respuesta, dejemos de ser conductistas y volvámonos proactivos, seres que se detienen a observar y analizar cuál y cómo debe ser su respuesta ante un determinado estímulo exterior. Que ese 90% de respuesta sea el adecuado a lo que nos rodea y resulte en beneficio de todos los demás, no sólo de nosotros. De esta forma, estaremos creando escenarios de felicidad, tanto internos como externos…. Y si lo anterior no te apetece, al menos cena all bran… amanecerás mejor